EL ARTE DE LA PALABRA
La expresión oral constituye una
destreza o habilidad de comunicación que no tiene sentido sin la comprensión,
sin el procesamiento y la interpretación de lo escuchado. Implica la
interacción y la bidireccionalidad en un contexto compartido y en una situación
en la que se deben negociar los significados. La comunicación es una acción
basada en destrezas expresivas e interpretativas, por lo que la expresión oral
debe entenderse como tal, junto a la comprensión oral, la lectura y la
escritura.
La escuela desempeña un papel
importante en el desarrollo del lenguaje oral. Cuando se habla de lenguaje y
escolaridad, en general se hace referencia al lenguaje escrito. Sin embargo, el
lenguaje oral determinará en gran medida al lenguaje escrito, especialmente
cuando éste se concibe como una forma de comunicación y no sólo como un mero
automatismo. Así pues el lenguaje oral, que tiene primacía en la educación
preescolar, debe propiciarse y ejercitarse durante toda la primaria (hablando
del siguiente nivel).
Uno de los cambios más relevantes ha
tenido que ver con el eje en torno al cual gira todo el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Uno de los propósitos de la enseñanza en la escuela debe ser el de
desarrollar el dominio de las cuatro habilidades del lenguaje: hablar, escuchar,
leer y escribir, sin perder de vista que por su interdependencia deben ser
enseñados simultáneamente. El desarrollo de estas habilidades implica una
atención a todo el proceso y no solo al resultado final.
Como consecuencia de esta atención al
proceso, el alumno, que es el sujeto de ese proceso, se convierte en el eje del
proceso de enseñanza y aprendizaje. En palabras de S. Fernández, “él es el
único que puede activar su aprendizaje” (Fernández, 2004). Este fenómeno es lo
que hoy en día se conoce como enseñanza centrada en el alumno.
Estar al frente de un grupo de niños
que están por iniciarse en el área del lenguaje ha sido un reto, puesto que ha implicado
un saber en todo el sentido de la palabra; saber escucharlos, saber
corregirlos, saber guiarlos, saber entender lo que ellos piensan, entre otras
cosas. Uno es el ejemplo para ellos, la manera en cómo les digamos que deben
expresarse es como ellos lo harán; por eso nuestro papel como docentes es
fundamental en esta etapa porque los alumnos esperan que esto sea algo
innovador.
El
papel que tengo como docente es de ser orientadora y guía dentro del proceso
educativo, sin embargo, en la enseñanza de la lengua oral la escuela es un factor
importante y cuando se está al frente de un grupo se nos considera como uno de
los recursos más indispensables para el desarrollo efectivo del logro
académico, pues somos nosotros los que debemos de aprovechar las
potencialidades y habilidades que poseen los alumnos para promover mejores
maneras de comunicación, que les faciliten a los niños satisfacer necesidades
diversas y sobre todo, participar activamente dentro de la vida escolar y
comunitaria.
Para el tratamiento del lenguaje oral he puesto
en práctica un clima de cariño, confianza y seguridad donde el alumno se ha
sentido interesado y en un ambiente agradable para poder hablar de manera
espontánea expresándose con interés y de manera más correcta según la complejidad
y la frecuencia en que se llevan a cabo estos intercambios orales; en este
sentido, la motivación ha sido una herramienta fundamental para hacer amenas y
dinámicas las situaciones comunicativas favoreciendo la competencia
comunicativa oral.
Con
estas prácticas, el lenguaje oral ha adquirido un sentido diferente en el aula,
pues se ha visto como un proceso complejo que busca la construcción de
significados mediante la coordinación de diferentes elementos: el contexto, el
enseñante y el aprendiz son determinantes en la construcción.
Cuando
el niño ingresa a la escuela, ya sabe hablar (como miembro de la especie humana
posee una competencia lingüística que le permite entender y producir distintos
enunciados); puede interactuar con relativo éxito en distintos contextos de comunicación
y ha aprendido, en forma espontánea, algunas de las normas que rigen los usos de
la lengua oral habituales en su entorno familiar y social.
“Sabe”
que el lenguaje significa y sirve para diversos propósitos. Ha interiorizado el
hecho de que hablando puede satisfacer sus necesidades materiales; influir en
el comportamiento de quienes lo rodean; identificarse, manifestar su propio yo;
relacionarse con otros; crear mundos imaginarios, fantásticos; comunicar sus
experiencias y sus conocimientos.
Los
niños adquieren de modo espontáneo, estos “saberes lingüísticos, textuales y
pragmáticos”, fragmentados y rudimentarios, en los intercambios lingüísticos
con el medio. Gracias a ellos se pueden desempeñar oralmente, con cierta
eficacia, antes de concurrir a la escuela, dentro y fuera de ella.
En
el grupo de primer año grupo “B” las diferentes expresiones verbales de cada
uno de los alumnos reflejan el ambiente cultural de sus hogares, denotan la
comunicación que existe en otros contextos. En algunos casos los niños se
comportan de manera introvertida y por ende les cuesta trabajo comunicar sus
ideas hacia los demás, sin embargo la mayoría de ellos están seguros y su
confianza al hablar denota seguridad.
La
planificación escolar del trabajo con la lengua oral ha concebido al aula como un escenario que da lugar
a diferentes escenas o eventos comunicativos, dentro de los cuales se han
articulado de manera específica y peculiar los principales componentes de los
actos del habla: participantes, propósitos, estilos, instrumentos, entre otros.
Esto ha permitido dar lugar a diferentes usos orales por parte de los alumnos e
incluso de mi misma como docente.
Convertir
el aula en un escenario comunicativo implica asumir que “únicamente con el uso
o con estar expuesto al lenguaje de otros no basta, sino que hace falta una actuación
intencional y adaptada por parte de quien domina el lenguaje en ayuda de quien
tiene que adquirirlo.
Por ello no olvidemos que la comunicación oral
estimula el desarrollo de la personalidad de los alumnos en las esferas
cognitiva, afectiva, conductual y en procesos psicológicos complejos, tales
como la autoconciencia, la autovaloración y los niveles de autorregulación.
Nuestro papel es fundamental como docentes pero lo es también las personas que
conviven con él a diario puesto que esto se verá reflejado en su actuar diario.